sábado, 18 de febrero de 2023

El funeral, Slawomir Mrozek

Durante un paseo, me uní a un cortejo fúnebre. Siempre anima más que vagar uno solo y sin rumbo. No sabía a quién estaban enterrando, pero ¿qué importaba? Nosotros, los humanos, formamos todos una gran familia.


Además, siempre se puede preguntar. Mi vecino de la izquierda del cortejo tampoco lo sabía.

—Voy a la tintorería a recoger un pantalón. He visto el funeral y, puesto que me pilla de camino, me he unido. Solo hasta la esquina y después tuerzo.

Pregunté, pues, al vecino de la derecha.

—¿Que de quién es el funeral? Y yo qué sé, ¿acaso muere poca gente? El banco no abre hasta las nueve, así que tengo un poco de tiempo todavía.

El tercero, que caminaba unos pasos atrás, tampoco era capaz de informarme.

—Yo no soy de aquí, soy un simple turista. Pero pregunte a esa señora con velo negro, la que camina detrás del féretro. Tiene pinta de ser la viuda y debe saberlo.

En ese momento empezó a llover y abandoné el cortejo. No voy a mojarme por alguien a quien ni siquiera conozco personalmente.



jueves, 2 de febrero de 2023

Monotonías, Rafael Olivares

Imagen tomada de la Red


En una planta diáfana, cientos de mesas idénticas perfectamente alineadas. Todas con la misma orientación, todas con la pantalla a la derecha, todas con el teclado en el centro, todas con el teléfono a la izquierda y todas con el mismo almanaque de sobremesa al frente. Agripino López, con nueve trienios, ocupa la D52. Hoy tuvo una gran idea: giró su mesa ciento ochenta grados, puso la pantalla a la izquierda, el teléfono a la derecha y el almanaque escorado al mismo lado. Se sintió diferente y feliz durante quince minutos. El tiempo que tardaron todos sus compañeros en imitarle.