Imagen tomada de la Red
Me aburría la vida acomodada con
tantas cenas de sociedad y personas vacías. Deseoso de un cambio, decidí probar
eso que llaman <<abrir el corazón>> y dejé el mío de par en par.
Entraron unos niños hambrientos primero, luego mujeres desamparadas, hombres sin
techo, obreros sin sueldo. Me divertía aquella algarabía de gente vulgar con
problemas cotidianos, pero –pasados unos meses- perdí el interés y les pedí que
se marcharan. Como no querían, cerré las puertas y los dejé dentro. Ahí siguen,
haciendo ruido.
Para mí ha sido un gran cambio,
ahora finjo no oírlos, antes solo fingía no verlos.