jueves, 6 de julio de 2023

Atrocidades, Francesc Barberá Pascual


Imagen tomada de la Red

 Me acerco con mucho cuidado para no despertarla. Le susurro al oído lo primero que se me ocurre. Al principio, algo agradable. Pero, poco a poco, voy añadiendo algún elemento que le incomode. Le cuento, por ejemplo, que tiene los pies llenos de moscas mientras le doy toquecitos con mis dedos para que crea que las está sintiendo. Luego le pido que visualice a un bebé posando sus manitas sobre una mesa. Y a su lado, alguien sosteniendo un martillo a punto de golpeárselas. La observo, con atención, a la espera de algún gesto que me indique que está integrando mi relato en su sueño. Cuando me aseguro de que es así, empiezo a golpear la mesita con la fuerza justa para no despertarla. Le digo que es el sonido de los martillazos que le están destrozando los dedos al bebé. En el momento en el que a ella se le escapa una lágrima, decido que tengo que parar. En ese instante me despierto y la veo, justo a mi lado, susurrándome atrocidades al oído.