miércoles, 29 de diciembre de 2021

Engaño. Sandro Centurión

 


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No es lo que parece, mintió Gregor a su esposa que incrédula lo miraba acostado junto a una cucaracha.

Prisas. Agustín Martínez Valderrama


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La primera vez que enterramos al abuelo todavía estaba un poco vivo.

PERSPECTIVA. Jean Peirre Bravo Zapata


 

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El pequeño pez estaba seguro de que el niño que lo miraba detrás del vidrio, estaba cautivo.

Un minuto de fama. Óscar Román Alconada

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Fernando Hernández. Cuando nombraron al ganador escuché mi nombre. Sorprendido, me dirigía al escenario para recoger el prestigioso premio. Pensé, mientras caminaba, que mi vida no volvería a ser todo lo tranquila que había sido hasta ese momento. La gente me pararía por la calle, para pedirme autógrafos. Los paparazzis me perseguirían a todas horas, incluso a mis vecinos. Me tendría que mudar a uno de esos chalets que tienen una gran tapia para preservar la intimidad de los propietarios. Los que me conocen venderían mis intimidades en los programas sin escrúpulos por un puñado de euros. Me pasaría el día desmintiendo rumores falsos. Mi madre, mi mujer, y mis hijos, sufrirían un acoso social permanente. Y de la playa nudista, donde veraneamos todos los años, ni hablamos. Cuando estaba subiendo las escaleras del escenario me agarró mi mujer por detrás, algo sofocada. - Cariño, dijo Fernando Hernández, no Hernando Fernández   - De la que nos hemos librado, cariño, –contesté aliviado.

lunes, 27 de diciembre de 2021

Última oportunidad. César Socorro Meza

 

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Atravesando la vía, el felino recuerda que ha sido atropellado en seis ocasiones.

Final para un cuento fantástico. I.A. Ireland

 

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-¡Que extraño! -dijo la muchacha avanzando cautelosamente-. ¡Qué puerta más pesada! La tocó, al hablar, y se cerró de pronto, con un golpe. -¡Dios mío! -dijo el hombre-. Me parece que no tiene picaporte del lado de adentro. ¡Cómo, nos han encerrado a los dos! -A los dos no. A uno solo -dijo la muchacha. Pasó a través de la puerta y desapareció.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

La culta dama. José de la Colina

 



Le pregunté a la culta dama si conocía el cuento de Augusto Monterroso titulado “El dinosaurio”. Ah, es una delicia – me respondió – ya estoy leyéndolo. 

martes, 2 de noviembre de 2021

Tempus fugit, Eloy Mon



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Encima de un enorme iceberg a la deriva por el Atlántico Norte, un señor de Cuenca, funcionario de correos, y un pingüino discutían por el precio de un sello. El debate era agrio, visceral, a cara de perro, y quizás hubiera durado días, meses, años. Pero el iceberg no. 

viernes, 22 de octubre de 2021

Deux Ex Machina, Víctor Lorenzo Cinca

 

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Lleva días pensando el final del cuento, pero no acaba de dar con la solución. Mientras, el protagonista espera perdido en mitad del desierto, solo y muerto de sed. Debe sacarlo de ahí de un modo original pero los finales que se le ocurren se desmoronan por su propio peso: éste por poco creíble, aquél por demasiado fácil, el otro por inconexo... Al fin, tras mucho darle vueltas al asunto, se le ocurre una gran idea para dar por concluido el relato. Por desgracia ya es tarde: cuando abre el documento guardado en el ordenador, una bandada de buitres picotea un bulto descarnado sobre la arena.

jueves, 14 de octubre de 2021

El Poder, Pedro Herrero



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 Cuando falló el segundo motor del avión de pasajeros y el aparato empezó a perder altura, el copiloto pidió la inmediata dimisión del comandante de la aeronave, a quien hacía responsable de la inevitable catástrofe. En su opinión, la prepotencia del piloto fue lo que le impidió reaccionar tras el fallo del primer motor, confiando en su habilidad para remontar la situación y demorando el protocolo de emergencia previsto en esos casos.

Por su parte, con el avión entrando en caída libre, el piloto hizo un llamamiento a la calma y denunció ser objeto de una persecución injusta. También acusó a su subordinado de no perseguir otro objetivo que hacerse con el poder a toda costa. Mientras tanto, una parte del pasaje se había amotinado junto a la cabina de vuelo y hubo que hacer uso de la fuerza para restablecer el orden. Los afectados protestaron, al considerar que las medidas para desalojarlos habían sido desproporcionadas.

Como era de prever, con el avión ya fuera de control, el cruce de acusaciones entre unos y otros, mezcladas con gritos de pánico, ganó en intensidad conforme se hacía visible la zona en la que –todos ellos– iban a estrellarse. No obstante, en un último intento de mirar hacia el futuro, se apeló a la necesidad de unir esfuerzos a fin llegar a un acuerdo in extremis. Pero, incapaces de alcanzarlo, todas las partes decidieron, finalmente, volver a reunirse después del accidente.

lunes, 4 de octubre de 2021

Antología de ausencias. Salvador Terceño


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La librería cerró tras los primeros bombardeos. Aunque un obús había hecho desaparecer el estanco y la mercería de doña Pura, su fachada solo mostraba ráfagas de disparos.
El viejo librero no aparecía y yo, con menos vocación pero más hambre, tras terminar la guerra, decidí arreglarla.
No había libros —habían sido destruidos—, pero aquello no me pareció un obstáculo insalvable. Desempolvé las estanterías vacías e identifiqué con cartelitos las diferentes secciones. Recoloqué el viejo letrero y, una mañana de verano, reabrí sus puertas.
El primer cliente tardó varias semanas en entrar. Preguntó por una antología poética.
—Pasillo dos, “Poesía en castellano”—, respondí.
El cliente estudió minuciosamente las baldas, rastreando aquella vacuidad con su índice. Pareció encontrar algo incorpóreo que extrajo, abrió y simuló hojear.
—Me lo llevo—, dijo.
Introdujo la mano en un bolsillo y, tras poner sus dedos desnudos sobre mi palma, salió tarareando.
Los clientes empezaron a frecuentarla con asiduidad. Tomaban libros inexistentes, se sentaban a leer, pasaban hojas teatralmente y terminaban pagando con un ademán. Comenzó a percibirse cierta ilusión.
Y yo, como cada noche, regresaba a mi piso, ponía un plato vacío sobre la mesa y, con lánguidas cucharadas, simulaba comer aire.

viernes, 24 de septiembre de 2021

Cuidado escalón. Sergio Gaut vel Hartman


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Desoyó la advertencia y cayó. Y mientras caía comenzó dos cuentas paralelas. Contó los escalones y los huesos que se le iban quebrando. No pueden ser más los escalones que los huesos, reflexionó. En un punto, casi pierde la cuenta, pero no la perdió. Treinta y nueve escalones; diecisiete huesos. La asimetría está asegurada, concluyó, casi feliz. Le encantaba la asimetría. El cuerpo humano sólo tiene doscientos seis huesos y esta escalera no puede tener doscientos siete escalones. Sin embargo, omitió un detalle importante: al pasar por el centésimo escalón, llevaba varios minutos muerto. Se encogió de hombros y siguió cayendo.

jueves, 26 de agosto de 2021

Descalzos. Ernesto Ortega


 

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Las viejas zapatillas del abuelo que se paseaban despreocupadas por el barrio, ajenas al devenir de los días; los mocasines marrones de papá, tan elegantes, tan orgullosos, que iban y venían, venían e iban, de casa al trabajo, del trabajo a casa; los zapatos rojos de tacón de mamá, alegres, ruidosos, que siempre estaban deseando que los sacasen a bailar; y mis deportivas, las blancas, las que me habían regalado por mi cumpleaños, esas que, inocentes, jugaban, corrían, saltaban por el parque. Todos, todos, andan desordenados y desparejados por los armarios desde que aquellas botas, tan negras, tan relucientes, tan militares, echaron la puerta abajo y, en medio de la noche, nos sacaron a patadas de casa, desnudos, descalzos.

viernes, 6 de agosto de 2021

El invitado. Tomás Blanco Claraco


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Sentado a la mesa miro de reojo a mi madre, que mira de reojo a mi padre, que mira de reojo a mi hermano mayor, que me mira de reojo a mí.

El hombre raro se atiborra de comida sin mirar a nadie. Me pregunto quién le habrá invitado. 

martes, 3 de agosto de 2021

Negocios en blanco y rojo. Catalina Barceló Morey

 

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En contra de mi opinión, mi socio decoró su nuevo apartamento en blanco y me invitó a cenar para celebrarlo. Acepté el convite y me propuse aprovechar los postres para pedirle que me cediera su parte de la empresa.

En la inspección ocular del día siguiente la policía no tuvo ningún problema en encontrar mis huellas rojas sobre la mesa blanca, los sillones blancos, las paredes blancas, las cortinas blancas...

Créanme, amigos, no era mi intención ponerlo todo perdido pero debo explicar, para mi descargo, que encontré cierta resistencia por su parte.

martes, 27 de julio de 2021

Despertar. Norberto Costa


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Despertó cansado, como todos los días. Se sentía como si un tren le hubiese pasado por encima. Abrió un ojo y no vio nada. Abrió el otro y vio las vías.



jueves, 1 de julio de 2021

CÓRTAME EL NUDO, GORDIANO, David Roas


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 Ismael Godínez, lúcido aún, nota cómo su cuerpo se mece como un pelele colgado del techo de la habitación, y se arrepiente de haber cedido a aquel estúpido arrebato. Sus manos actúan de forma autónoma intentando detener la terrible opresión de su cuello, mientras sus pulmones luchan por tragar un poco más de aire. De pronto un pequeño halo de luz se cuela bajo la puerta. Ismael sabe que puede llegar su salvación, pero no se atreve a moverse: ello aceleraría más su estrangulamiento. Para llamar la atención, lanza unos gemidos sofocados. Al otro lado de la puerta sus padres escuchan en silencio, felices de saber que Ismael, por fin, ha traído a casa una amiguita.

lunes, 14 de junio de 2021

Rewind. Susana Barragués Sainz

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 Se besaron desnudos, tímidamente, contra el refrigerador. Él se lanzó a introducir, con torpeza, sus senos en el sujetador. Ella le respondió subiéndole los calcetines hasta la rodilla y abrochando el botón de sus pantalones con nerviosismo, mientras que ataba, uno por uno, todos los botones de su blusa. Después, de un tirón, subió la cremallera de su falda. Totalmente entregada al delirio, le incrustó, salvajemente, el jersey, el abrigo y una bufanda de cachemira. Él la asió por las nalgas y a mordiscos, le introdujo las botas. Al abrir el paraguas, ella alcanzó el éxtasis. Él se desplomó al meter, dedo a dedo, las manos en los guantes.

sábado, 22 de mayo de 2021

Futuro imperfecto. Eduardo Gotthelf


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La atmósfera contaminada ya no pudo detener los rayos nocivos. Protegidos por sus trajes de piel de oso, sólo los esquimales sobrevivieron. Ahora son los únicos habitantes de la Tierra. Pero no son felices: de noche la temperatura mínima es de cuarenta y tres grados centígrados. De día, en cambio, hace calor.

viernes, 7 de mayo de 2021

Náufrago. Maite García de Vicuña


 

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Cansado de su aislamiento, comenzó a lanzar un sinfín de botellas al mar. En su interior siempre iba escrito el mismo mensaje. Necesito un rescate, no puedo soportar más esta soledad. Mis coordenadas son latitud 38.54 N longitud 1.26 E. Cuando sonó el timbre y ella apareció en el umbral, supo que, esta vez, se había salvado.

domingo, 2 de mayo de 2021

Te end. Isabel González.

 


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Cuando él se fue aquella mañana, ella se quedó de piedra, perdidas la esperanza y la mirada. Pronto hará tres años y sigue sin moverse, por más monedas que le echen. 


viernes, 23 de abril de 2021

jueves, 22 de abril de 2021

Los fantasmas y yo. René Avilés Fabila

 


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Siempre estuve acosado por el temor a los fantasmas, hasta que distraídamente pasé de una habitación a otra sin utilizar los medios comunes.

jueves, 15 de abril de 2021

Testamento. Juan Armando Epple


 


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Señor Juez: Y por último hago donación de mis órganos al hospital de la ciudad para lo que estimen conveniente. Si mi corazón sirviera para algún trasplante, deben tranquilizar al receptor si oye de vez en cuando algún sonido extraño. Ella se llama Laura.

miércoles, 7 de abril de 2021

¿A qué jugamos? Juan Reina Obrer

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En la puerta había una gorra negra y verde para después de la operación. Marcos tenía once años y un tumor en el cerebro; Javier nueve y apendicitis. Se conocieron en la habitación del hospital la tarde antes. Vaya potra, dijo Javier. Te harán fotos del cerebro como hacen en la tele. Ya no te podrán decir cabeza hueca. Y tú qué, replicó Marcos. Te van a dejar un palmo de cicatriz; luego irás diciendo que fue un navajazo. Por la mañana se despertaron temprano. Para no aburrirse intercambiaron de todo: cuchicheos, risas, cromos de Pokemon y, un instante antes de entrar en el quirófano, las camas. 

miércoles, 31 de marzo de 2021

Un cocido de muerte. Javier Ximens

 


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La mañana que vino en busca de la anciana campesina la encontró en la cocina poniendo un puchero con los garbanzos. Te esperaba desde hace días —le comentó— pero ahora debes sentarte hasta que avíe a los animales, me hallas en mal momento, Lucero está para parir. Le puso un pedazo de queso, una hogaza y una jarra con miel y se fue al aprisco. Tras echar el forraje a las cabras —doble medida por si tardaban en descubrirla— asistió a la parturienta —esto le llevó bastante tiempo, pero ¿cómo iba a dejar sola a la criatura?—, colmó las latas de sardinas con comida para los perros y desgranó una mazorca para las gallinas. Al entrar en la cocina secándose las manos en el mandil la encontró adormilada, con la cabeza apoyada en el mango de la dalla. Ya estoy preparada —anunció—, ¿nos vamos ya o disponemos de tiempo para comernos el cocido? La vieja hilandera miró la olla y respondió que no corría prisa. ¡Ah! —dijo la anciana—, entonces voy a dar una vuelta a los quesos, y se fue hacia la quesera. Cuando regresó, la parca no estaba y se había llevado el puchero.

sábado, 27 de marzo de 2021

Loca venganza. Miguel Ángel Molina


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Tras varios meses de hospitalización recibió el alta. Aunque físicamente estaba bien, psicológicamente la herida seguía abierta. Tardó bastante tiempo en salir a la calle, pero cuando se decidió, el destino hizo que se topara con el salvaje que casi le arrebata la vida por un portátil y calderilla.

Le siguió hasta un callejón. Un adoquín, junto a la rabia acumulada, transformó aquel rostro odiado en una masa deforme y sanguinolenta. De vuelta a casa, saboreando su venganza, se cruzó con un compro-oro y le vio, miró al vendedor ambulante y le vio, observó al taxista y le vio.

Ya no te quiero, Ana Vidal


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Sé que crees que no te escucho y no es eso, de verdad que lo intento. Cuando me hablas, tus palabras entran en mis pabellones auditivos, donde se tropiezan con un silencio de catedral. Avanzan firmes hasta que llegan al martillo que las golpea sin piedad contra el yunque mientras ellas, con terror, tratan de sujetarse al estribo. Parece imposible, lo sé, pero algunas consiguen pasar y continuar el camino. Entonces se pierden en el laberinto y rebotan asustadas con el vestíbulo, el utrículo, el sáculo y la cóclea. Finalmente aterrizan en el nervio auditivo. Es él quien las trae rotas a mi cerebro. Es inútil, una vez allí no las entiendo. No sé qué tratas de decirme.

domingo, 21 de marzo de 2021

El niño que se comía las palabras. Manuespada


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A algunas personas les trasplantan los pulmones. A otras les realizan un trasplante de corazón o de córnea, pero siempre tiene que morir alguien. Mi caso fue distinto. Cuando era pequeño no podía hablar, al menos no como el resto de los niños. Cada sílaba requería el mayor de mis esfuerzos. Sin embargo, mi padre se ganaba la vida con las palabras. Paradójico. Aún recuerdo el domingo que llegó con una máquina de escribir antigua. Yo entré en su despacho mientras él ponía la vieja Olivetti sobre la mesa. Colocó un folio de papel cebolla en el rodillo, me cogió el dedo índice, y escribimos mi nombre. Mi padre lo recortó con unas tijeras, lo hizo una bolita y me dijo: "Rica". En cuanto el papel rodó por la garganta dije mi nombre en voz alta. Desde ese día, mi padre no pudo volver a pronunciarlo. Luego vinieron muchas palabras más. Mi padre me cogía el dedo, me susurraba cosas al oído, las tecleábamos y luego me metía las palabras en la boca. Él nunca más volvía a usarlas. Primero se quedó sin sustantivos, luego sin verbos, más tarde me pasó los adjetivos, los artículos, las preposiciones, hasta que me trasplantó todas las palabras del mundo. Hasta que se quedó mudo.

domingo, 14 de marzo de 2021

Este tipo es una mina. Luisa Valenzuela


 

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No sabemos si fue a causa de su corazón de oro, de su salud de hierro, de su temple de acero o de sus cabellos de plata. El hecho es que finalmente lo expropió el gobierno y lo está explotando. Como a todos nosotros.

El rayo que cayó dos veces en el mismo sitio. Augusto Monterroso.



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Hubo una vez un rayo que cayó dos veces en el mismo sitio; pero encontró que ya la primera había hecho suficiente daño, que ya no era necesario, y se deprimió mucho.

martes, 9 de marzo de 2021

Elemental. Jesús Esnaola



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Mientras Watson se acuclilla junto al cadáver, Holmes, envuelto en la nube de humo que sale de su pipa, examina la habitación en que se encuentran. Mientras Watson observa el puñal que la víctima tiene clavado entre los dos omoplatos, Holmes repasa las paredes desnudas, sin una sola puerta o ventana, estudia el cubo perfecto de muros lisos que los rodea. Mientras Watson, seguro de que el hombre ha sido asesinado, se pregunta cómo el asesino ha podido salir de aquella trampa sin escapatoria, Holmes, confundida su silueta con el humo del tabaco, se pregunta intrigado cómo han podido, Watson y él, llegar a aquel lugar.

viernes, 5 de marzo de 2021

Fenómeno. Carlos Burgos



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Mi madre tiene barba y mi padre dos grandes tetas. Son la mujer barbuda y el hombre tetudo, respectivamente. Cuando era niño me daba mucho apuro tener unos padres así, y a papá lo llamaba mamá y viceversa, para disimular. Ellos también evitaban llamarme niño elefante fuera del espectáculo.

jueves, 4 de marzo de 2021

El colador. José María Cumbreño


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La mujer del pescador cuela el agua antes de beberla para no soñar por la noche con tempestades y naufragios.

martes, 2 de marzo de 2021

Un crimen. Luis Mateo Díez



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 Bajo la luz del flexo la mosca se quedó quieta.

Alargué con cuidado el dedo índice de la mano derecha.

Poco antes de aplastarla se oyó un grito, después el golpe del cuerpo que caía.

En seguida llamaron a la puerta de mi habitación.

–La he matado –dijo mi vecino.

–Yo también –musité para mí sin comprenderle.

sábado, 27 de febrero de 2021

Perros. Julia Otxoa


 

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El cantante ajusta su voz y sale al escenario, con estupor observa que el teatro está repleto de perros formalmente sentados en sus butacas. Intenta guardar la calma, ante todo es un buen profesional, cuando acabe la sesión ya pedirá las debidas explicaciones.

Tras su actuación y después de escuchar los aplausos que le dedica la perruna audiencia, se vuelve hacia la orquesta, todos los músicos son también perros de diversas razas y tamaños. Se frota los ojos, se pellizca por todas partes con insistencia intentando despertar, debe tratarse sin duda de un sueño.

Pero no es un sueño, nervioso echa a correr, intenta salir precipitadamente del edificio, pero alguien se lo impide agarrándole con fuerza de un brazo -¿Qué diablos te pasa?

Se vuelve hacia quien le retiene, a su espalda, un enorme bulldog le mira asombrado, arrastrándolo seguidamente hacia la barra de la cafetería del teatro. Allí, atónito, se contempla a sí mismo ante el espejo.

jueves, 25 de febrero de 2021

Placeres y amores. Gabriel de Biurrun Baquedano



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Sentado en la playa de Izulde, con la espalda apoyada en la pared de roca, Agustín la observa pasear. Ella se entretiene pisando suave y sintiendo la arena entre los dedos. Él juega, con el libro delante de la cara, a leer sin mirar, mientras la ve, de cintura para arriba, por encima de las páginas.

Y como los amores y los placeres son lo mismo, en cierto modo, ella se acerca saltando y bailando con sus dos largas páginas mientras Agustín sonríe y deja el posavasos entre las piernas del libro.

lunes, 22 de febrero de 2021

Tocar a clamores. Teresa Serván

 

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      Si la campana toca tres veces, la aldea ya sabe que ha fallecido un hombre. No importa tanto el muerto como que la campana ha dejado retumbo y, cuando ésta no toca limpio, los aldeanos saben que alguien más perderá la vida. Es que la muerte no está contenta y un frenesí se apodera del lugar. De los enfermos, que padecen síntomas imposibles. De los sanos, que enferman sin previo aviso. De los asesinos, que buscan víctimas en cualquier parte. Durante los siguientes días, las calles se convierten en emboscadas, en riñas, brotan los celos. Relucen las hojas de las navajas bajo el sol del desierto. A la aldea le entra prisa por enterrar a ese otro cadáver que le devuelva la normalidad. Que, tal vez, calme a la muerte.

sábado, 20 de febrero de 2021

El drama del desencantado. Gabriel García Márquez


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El drama del desencantado que se arrojó a la calle desde el décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el instante de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida.

viernes, 19 de febrero de 2021

El abuelo. Alejandro Bentivoglio

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Está en la sala familiar. Permanece inmóvil, incluso luego de oscurecer. No responde a los que le hablan, ni siquiera a sus más íntimos amigos. Con el transcurso de los días descubrimos que ya no se alimenta. Sabemos que aún respira, pero ya hemos desistido de buscarle conversación. Su mutismo es irreversible. Finalmente alguien lo coloca en una maceta y allí lo dejamos. Procuramos regarlo dos o tres veces por semana.

miércoles, 17 de febrero de 2021

La marioneta. Javier Puche


 

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Un hombre dudaba entre casarse o no con su novia de toda la vida, con la que llevaba ya seis primaveras. Para hacerse una idea le pidió a un adivino que le mostrase en su bola de cristal cómo estaría ella al cabo de dos años. La bola le mostró una imagen de su novia con al menos treinta kilos de más.

Ante semejante visión, el hombre decidió abandonar a su novia, a su esbelta novia de toda la vida, y ésta, desesperada, sintiéndose morir, rechazada por el amor de su vida, empezó a comer y comer como una loca.

martes, 16 de febrero de 2021

Una miradita al futuro. Roberto Malo


 

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Un hombre dudaba entre casarse o no con su novia de toda la vida, con la que llevaba ya seis primaveras. Para hacerse una idea le pidió a un adivino que le mostrase en su bola de cristal cómo estaría ella al cabo de dos años. La bola le mostró una imagen de su novia con al menos treinta kilos de más.

Ante semejante visión, el hombre decidió abandonar a su novia, a su esbelta novia de toda la vida, y ésta, desesperada, sintiéndose morir, rechazada por el amor de su vida, empezó a comer y comer como una loca.

El tiovivo. Ana María Matute


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El niño que no tenía perras gordas merodeaba por la feria con las manos en los bolsillos, buscando por el suelo. El niño que no tenía perras gordas no quería mirar al tiro en blanco, ni a la noria, ni, sobre todo, al tiovivo de los caballos amarillos, encarnados y verdes, ensartados en barras de oro. El niño que no tenía perras gordas, cuando miraba con el rabillo del ojo, decía: “Eso es una tontería que no lleva a ninguna parte. Sólo da vueltas y vueltas y no lleva a ninguna parte”. Un día de lluvia, el niño encontró en el suelo una chapa redonda de hojalata; la mejor chapa de la mejor botella de cerveza que viera nunca. La chapa brillaba tanto que el niño la cogió y se fue corriendo al tiovivo, para comprar todas las vueltas. Y aunque llovía y el tiovivo estaba tapado con la lona, en silencio y quieto, subió en un caballo de oro que tenía grandes alas. Y el tiovivo empezó a dar vueltas, vueltas, y la música se puso a dar gritos entre la gente, como él no vio nunca. Pero aquel tiovivo era tan grande, tan grande, que nunca terminaba su vuelta, y los rostros de la feria, y los tolditos, y la lluvia, se alejaron de él. “Qué hermoso es no ir a ninguna parte”, pensó el niño, que nunca estuvo tan alegre. Cuando el sol secó la tierra mojada, y el hombre levantó la lona, todo el mundo huyó, gritando. Y ningún niño quiso volver a montar en aquel tiovivo.

sábado, 13 de febrero de 2021

Horror en la casa embrujada. Juan Jacinto Muñoz Rengel


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Camila sabrá lo que hace, pero a mí no me parece que entrar en la casa embrujada sea una buena idea. Quiero ir a contarles a sus padres  lo que va a hacer, pero los amigos de Víctor me detienen, ellos también le temen.

Después de un rato jugando al escondite aparece Víctor que, sonriente, se pierde entre su séquito vitoreante. Un momento después sale Camila, con la mirada perdida, caminando lento. La acompaño a casa, en silencio, y, en la puerta, le pregunto qué pasó en la casa embrujada. Conteniendo las lágrimas me susurra al oído, los fantasmas no existen.

miércoles, 10 de febrero de 2021

Quedábamos para estudiar latín. Pablo Gonz


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Recordaré in æternum la primera vez que Margarita y yo hicimos el amor. Habíamos quedado ad portas de la biblioteca y yo la vi aparecer inter allia, con esa minifalda tan sui generis que tenía. «Ecce homo!» dijo al verme y mutatis mutandis fuimos a tirarnos en la hierba. In illo tempore anochecía tarde, así que nos pusimos a conversar de nuestras cosas. Pero nolens, volens yo me puse hecho un borrico y empecé a besarla in pectoreVade retro! –dijo ella–. Sol lucet omnibus, pero enseguida surgió inter nos la idea de escondernos entre unos arbustos. Hic et nunc, bramaba yo. Gaudeamus, me jaleó Margarita. Y entonces le subí la camiseta y empecé a chupárselas ex æquo. Ella, quid pro quo, me bajó los pantalones y de visu se entusiasmó grosso modo, así que sacó un conditio sine qua non que había traído ex professo y me lo puso in extremisDe facto hicimos el amor como lobos, es decir ad libitum; y a posteriori dejamos el loco citato jurándonos repetirlo sine die.

Nagasaki. Alfonso Sastre



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 Me llamo Yanajido. Trabajo en Nagasaki y había venido a ver a mis padres en Hiroshima. Ahora ellos han muerto. Yo sufro mucho por esta pérdida y también por mis horribles quemaduras. Ya sólo deseo volver a Nagasaki con mi mujer y mis hijos. Dada la confusión de estos momentos, no creo que pueda llegar a Nagasaki enseguida, como sería mi deseo; pero sea como sea, yo camino hacia allá. No quisiera morir en el camino. ¡Ojalá llegue a tiempo de abrazarlos!

viernes, 5 de febrero de 2021

El dragón. Harold Kremer


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 Cuando el mundo conocido solo era China, el dragón Han se apareció en sueños al rey Tong y le dijo:

      —Al despertar solo tendrás un día más de vida y luego morirás. Podrás seguir viviendo si construyes para mí un castillo que dure mil años.

     Cuando despertó, el rey olvidó el sueño. Al anochecer, cuando faltaban apenas seis horas para la sentencia, lo recordó y llamó de prisa a sus ministros, consejeros y magos.

      —Pronto moriré  —concluyó después de contar su sueño —. Si alguno de ustedes tiene una solución quiero oírla.

     Divagaron durante horas hasta que uno de los consejeros trajo unas copas de licor. En la del rey echó un fuerte somnífero que lo hizo dormir inmediatamente. 

      —¿Pero qué hiciste, siniestro consejero?  —clamaron en coro los hombres. 

      —Salvarlo  —respondió —. Solo en sueños podrá construir ese castillo.

Aviso. María José Barrios González


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Estimados clientes, he salido un momento a pedir la mano de Rosaura, la hija del sastre. Llevo demasiado tiempo solo. Si acepta, huiremos juntos de la ciudad, nos casaremos en la primera iglesia que encontremos en el camino, y tendremos dos hijos. Al mayor lo llamaremos Anselmo, por mi abuelo. De lo contrario, volveré en cinco minutos. Gracias y disculpen las molestias. 

miércoles, 3 de febrero de 2021

El hombre invisible. Gabriel Jiménez Emán


 

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“Aquel hombre era invisible, pero nadie se percató de ello” 

Tres cosas antes de morir. Sandro Centurión


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Plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro. Podía morir tranquilo. Sin embargo cuando le llegó la hora se dio cuenta que jamás había viajado en barco, ni había escalado una montaña, ni se había emborrachado con tequila, entonces se puso en campaña para hacer esas tres cosas antes de morir. Las hizo en poco tiempo y ya en su lecho de muerte cayó en la cuenta de que jamás había cazado un tigre, ni había buceado en aguas cristalinas, ni le había cantado una canción al oído a una muchacha. Se levantó de un salto y salió corriendo. Un tiempo después estuvo a punto de morirse pero recordó que nunca había comido helado de chocolate en la mañana, ni había arrojado flores al río, ni había cantado ópera bajo la ducha.

Dicen que anda haciendo cosas increíbles por el mundo. Sólo tres cosas más antes de morir, dice y sigue viviendo.