miércoles, 31 de marzo de 2021

Un cocido de muerte. Javier Ximens

 


Imagen tomada de la Red


La mañana que vino en busca de la anciana campesina la encontró en la cocina poniendo un puchero con los garbanzos. Te esperaba desde hace días —le comentó— pero ahora debes sentarte hasta que avíe a los animales, me hallas en mal momento, Lucero está para parir. Le puso un pedazo de queso, una hogaza y una jarra con miel y se fue al aprisco. Tras echar el forraje a las cabras —doble medida por si tardaban en descubrirla— asistió a la parturienta —esto le llevó bastante tiempo, pero ¿cómo iba a dejar sola a la criatura?—, colmó las latas de sardinas con comida para los perros y desgranó una mazorca para las gallinas. Al entrar en la cocina secándose las manos en el mandil la encontró adormilada, con la cabeza apoyada en el mango de la dalla. Ya estoy preparada —anunció—, ¿nos vamos ya o disponemos de tiempo para comernos el cocido? La vieja hilandera miró la olla y respondió que no corría prisa. ¡Ah! —dijo la anciana—, entonces voy a dar una vuelta a los quesos, y se fue hacia la quesera. Cuando regresó, la parca no estaba y se había llevado el puchero.

sábado, 27 de marzo de 2021

Loca venganza. Miguel Ángel Molina


Imagen tomada de la Red



Tras varios meses de hospitalización recibió el alta. Aunque físicamente estaba bien, psicológicamente la herida seguía abierta. Tardó bastante tiempo en salir a la calle, pero cuando se decidió, el destino hizo que se topara con el salvaje que casi le arrebata la vida por un portátil y calderilla.

Le siguió hasta un callejón. Un adoquín, junto a la rabia acumulada, transformó aquel rostro odiado en una masa deforme y sanguinolenta. De vuelta a casa, saboreando su venganza, se cruzó con un compro-oro y le vio, miró al vendedor ambulante y le vio, observó al taxista y le vio.

Ya no te quiero, Ana Vidal


Imagen tomada de la Red


Sé que crees que no te escucho y no es eso, de verdad que lo intento. Cuando me hablas, tus palabras entran en mis pabellones auditivos, donde se tropiezan con un silencio de catedral. Avanzan firmes hasta que llegan al martillo que las golpea sin piedad contra el yunque mientras ellas, con terror, tratan de sujetarse al estribo. Parece imposible, lo sé, pero algunas consiguen pasar y continuar el camino. Entonces se pierden en el laberinto y rebotan asustadas con el vestíbulo, el utrículo, el sáculo y la cóclea. Finalmente aterrizan en el nervio auditivo. Es él quien las trae rotas a mi cerebro. Es inútil, una vez allí no las entiendo. No sé qué tratas de decirme.

domingo, 21 de marzo de 2021

El niño que se comía las palabras. Manuespada


 Imagen tomada de la Red



A algunas personas les trasplantan los pulmones. A otras les realizan un trasplante de corazón o de córnea, pero siempre tiene que morir alguien. Mi caso fue distinto. Cuando era pequeño no podía hablar, al menos no como el resto de los niños. Cada sílaba requería el mayor de mis esfuerzos. Sin embargo, mi padre se ganaba la vida con las palabras. Paradójico. Aún recuerdo el domingo que llegó con una máquina de escribir antigua. Yo entré en su despacho mientras él ponía la vieja Olivetti sobre la mesa. Colocó un folio de papel cebolla en el rodillo, me cogió el dedo índice, y escribimos mi nombre. Mi padre lo recortó con unas tijeras, lo hizo una bolita y me dijo: "Rica". En cuanto el papel rodó por la garganta dije mi nombre en voz alta. Desde ese día, mi padre no pudo volver a pronunciarlo. Luego vinieron muchas palabras más. Mi padre me cogía el dedo, me susurraba cosas al oído, las tecleábamos y luego me metía las palabras en la boca. Él nunca más volvía a usarlas. Primero se quedó sin sustantivos, luego sin verbos, más tarde me pasó los adjetivos, los artículos, las preposiciones, hasta que me trasplantó todas las palabras del mundo. Hasta que se quedó mudo.

domingo, 14 de marzo de 2021

Este tipo es una mina. Luisa Valenzuela


 

Imagen tomada de la Red


No sabemos si fue a causa de su corazón de oro, de su salud de hierro, de su temple de acero o de sus cabellos de plata. El hecho es que finalmente lo expropió el gobierno y lo está explotando. Como a todos nosotros.

El rayo que cayó dos veces en el mismo sitio. Augusto Monterroso.



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Hubo una vez un rayo que cayó dos veces en el mismo sitio; pero encontró que ya la primera había hecho suficiente daño, que ya no era necesario, y se deprimió mucho.

martes, 9 de marzo de 2021

Elemental. Jesús Esnaola



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Mientras Watson se acuclilla junto al cadáver, Holmes, envuelto en la nube de humo que sale de su pipa, examina la habitación en que se encuentran. Mientras Watson observa el puñal que la víctima tiene clavado entre los dos omoplatos, Holmes repasa las paredes desnudas, sin una sola puerta o ventana, estudia el cubo perfecto de muros lisos que los rodea. Mientras Watson, seguro de que el hombre ha sido asesinado, se pregunta cómo el asesino ha podido salir de aquella trampa sin escapatoria, Holmes, confundida su silueta con el humo del tabaco, se pregunta intrigado cómo han podido, Watson y él, llegar a aquel lugar.

viernes, 5 de marzo de 2021

Fenómeno. Carlos Burgos



Imagen tomada de la Red


Mi madre tiene barba y mi padre dos grandes tetas. Son la mujer barbuda y el hombre tetudo, respectivamente. Cuando era niño me daba mucho apuro tener unos padres así, y a papá lo llamaba mamá y viceversa, para disimular. Ellos también evitaban llamarme niño elefante fuera del espectáculo.

jueves, 4 de marzo de 2021

El colador. José María Cumbreño


 Imagen tomada de la Red


La mujer del pescador cuela el agua antes de beberla para no soñar por la noche con tempestades y naufragios.

martes, 2 de marzo de 2021

Un crimen. Luis Mateo Díez



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 Bajo la luz del flexo la mosca se quedó quieta.

Alargué con cuidado el dedo índice de la mano derecha.

Poco antes de aplastarla se oyó un grito, después el golpe del cuerpo que caía.

En seguida llamaron a la puerta de mi habitación.

–La he matado –dijo mi vecino.

–Yo también –musité para mí sin comprenderle.