jueves, 26 de agosto de 2021

Descalzos. Ernesto Ortega


 

Imagen tomada de la Red


Las viejas zapatillas del abuelo que se paseaban despreocupadas por el barrio, ajenas al devenir de los días; los mocasines marrones de papá, tan elegantes, tan orgullosos, que iban y venían, venían e iban, de casa al trabajo, del trabajo a casa; los zapatos rojos de tacón de mamá, alegres, ruidosos, que siempre estaban deseando que los sacasen a bailar; y mis deportivas, las blancas, las que me habían regalado por mi cumpleaños, esas que, inocentes, jugaban, corrían, saltaban por el parque. Todos, todos, andan desordenados y desparejados por los armarios desde que aquellas botas, tan negras, tan relucientes, tan militares, echaron la puerta abajo y, en medio de la noche, nos sacaron a patadas de casa, desnudos, descalzos.

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